Recuerdos

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Yo crecí entre higueras y espinos
y aspirando el aroma del pan caliente
en las frías mañanas de invierno.

En las tardes de primavera,
que todo lo agrandan
jugaba a pillerías
a la sombra de una mezquita.

Subí al monte,
¡brincaba como una cabrilla!
y me incliné a beber
el agua clara de las albercas.

Pero la necesidad
me inició pronto
en el difícil oficio
de ser hombre.

Entonces conocí
la santurronería,
la avaricia
y la mentira,
todas reunidas
formando cuerpo
en la persona
del patrón
y descubrí
el dolor de la madre
que pierde al hijo desnutrido.

Vi las goteras caer
del techo en las casas
de los pobres;
y las querellas de los matrimonios
en otros tiempos unidos
por faltarles el pan y la cebolla;
y a la mocita que lleva
como pesada cruz
el fruto de su pecado
a la iglesia.

Así terminó la infancia.
Y me hice hombre
siendo todavía niño.

Las bombillas de la feria
con sus juegos mágicos
de múltiples colores
ya no me atraían;
ni la visión
del horizonte marino
suscitaba como antes
las luminosas sensaciones
en la mente del niño.
Y comencé a mirar
al cielo.
Y solo creí en las estrellas.

14 de diciembre de 1977

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